
Entraste en mi carne, te llevaste mi aliento, el aire era impávido por tu brilloso mirar.
Te hundiste profundamente en mi, sintiendo lo único, al único, que es a ti…en mí; mis labios rojos se abrían entre sangre que con besos me habías provocado.
Desgastaste ganas y energía cavando dentro de la tumba que creíamos haber enterrado ya…muertos los dos en vida, volvimos a resucitar, en silencio, te quedaste a mi lado y tu pecho fue mi almohada mullida y cálida en dónde reposar.
De entre el frío, la lluvia y los truenos sin estrellas…
Te encontré, me viste, estuvimos y no tiene similar…
Esta noche, no fue igual, sin embargo esta noche fui tuya,(en sueños) como muchas otras más.