“Enero lloró por la amistad y un sendero de misivas
virtuales me permitió conocer a una persona muy especial”.
Caminantes, hombre y mujer, con sueños y pesadillas
Se consolaron a través de sus miradas
En un pequeño espacio con olor a cafeína
Ella, en breve diálogo, desnudó su corazón.
En sollozo naufragaba su voz entrecortada
Ahogándose en la tragedia del amor
Y llorando melancólica, el olvido.
Él, aspirante a malicia humana
Disimuló con nervios todo interés
Más las palabras superfluas murieron
En sus pensamiento, esclavo de los miedos.
Aquella tarde dos historias se juntaron
Entre aromas, llanto y tragedias.
Sorbo a sorbo, nació el amigo…
El amigo que arrebato mi corazón.
