
Fue a la vera del mar, a medianoche.
la arena y tú
las olas, yo y la luna
éramos uno solo... Y lo adoré.
Cuando el amor comienza, hay un momento
en que Dios se sorprende
de haber urdido algo tan hermoso.
Entonces, se inaugura
--entre pasión y deseo descontrolado--
el mundo nuevamente,
y pedir lo imposible
no es pedir demasiado.
Aún eres mío, porque no te tuve.
Cuánto tardan, sin ti,
las olas en pasar...
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