
Vivimos cambiando de piel, la adolescencia, el inicio del trabajo, la vida en pareja, aquel quiebro que nos marcó la vida... Cuando sucede, nuestro cerebro cruje porque debe entender y asumir nuevos escenario y circunstancias. Siendo los mismos, nos vamos convirtiendo en otros.
Ahora estamos viviendo un cambio de piel colectivo. Estúpidos de las finanzas nos helaron la atmósfera y saltimbanquis de la política nos caldearon la apatía y el desprecio.
¿Cómo será nuestra nueva piel?
Desapolillar las ya vividas no va a servir para el clima que viene. Habrá que descubrir una nueva epidermis social adaptada a un clima dominado por una juventud cada vez con mas visión y menos objetivos.
Presiento un gran cambio de conciencia, una piel muy elástica, mas viva y sensible que nunca, jamás dispuesta a invernar, volcada en el disfrute de las pequeñas cosas y sin sarpullidos, porque la creencia partirá de uno mismo, no de iluminados aprovechados.
Presiento que al final todo será mejor, más lógico y digno, porque recurriremos a ese gran instinto que nos acompaña, desde el instante del nacimiento el de la supervivencia.
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